Hay que superar algunos baches,
nada demasiado complicado...
Pero muerden fuerte los viejos hábitos,
tan transitados que se confunden con la piel.
Y una náusea recuerda el hedor de lo escondido,
el terror de unos sentidos que no quieren volver.
El presente del pasado ya no pide permiso,
la sensación es conocida;
se desvela lo mentido.
No grita, pero exige que la miren.
Nada detiene lo que ya se ha visto
y sigue su curso a pesar de.
A pesar del tiempo perdido,
la revolución adquiere sentido,
más.
La bruma se disipa, preparada para el dolor.
Ese ejército forjado con úlceras como escudos
minará la vida o la muerte,
pero un fin al fin.